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En un paisaje onírico amamantado por los pechos de la realidad, meditaba, en el último peldaño de una escalera de piedras viejas, un anciano de barbas blancas y de nombre sabiduría. A sus pies, en el primer peldaño, su discípulo seguía con atención las doctas enseñanzas.
Todas la mañanas desfilaban por el camino gentes de toda condición que saludaban y reverenciaban al anciano sabio. Entre ellos, un joven seguía el rito de la veneración con el rostro triste y dolorido, reflejo fiel de su cojera.
“Maestro, ese hombre parece afligido y atormentado. ¿Es porque anda cojo?”
“Cierto. El malestar se debe a su caminar renqueante. Tiene una esquirla en su zapato”
“¿Y no puede sacársela, maestro?”
“Habrá un día en que le salga sola”
Pasaron soles y lunas y lluvias y sequías y gentes nuevas gastaban con sus romerias el camino viejo donde el anciano tenía su santuario. El alumno seguía sentado en el umbral de la escalera.
“Maestro, hace tiempo que no veo pasar al hombre cojo”
“No, ya no pasará nunca. Desapareció la esquirla de su zapato”
“No entiendo maestro. Si desapareció la causa de su dolor, podría seguir venerándote con más alegría”
“Imposible catecúmeno, imposible. La esquirla de su zapato, se llamaba vida”
Todas la mañanas desfilaban por el camino gentes de toda condición que saludaban y reverenciaban al anciano sabio. Entre ellos, un joven seguía el rito de la veneración con el rostro triste y dolorido, reflejo fiel de su cojera.
“Maestro, ese hombre parece afligido y atormentado. ¿Es porque anda cojo?”
“Cierto. El malestar se debe a su caminar renqueante. Tiene una esquirla en su zapato”
“¿Y no puede sacársela, maestro?”
“Habrá un día en que le salga sola”
Pasaron soles y lunas y lluvias y sequías y gentes nuevas gastaban con sus romerias el camino viejo donde el anciano tenía su santuario. El alumno seguía sentado en el umbral de la escalera.
“Maestro, hace tiempo que no veo pasar al hombre cojo”
“No, ya no pasará nunca. Desapareció la esquirla de su zapato”
“No entiendo maestro. Si desapareció la causa de su dolor, podría seguir venerándote con más alegría”
“Imposible catecúmeno, imposible. La esquirla de su zapato, se llamaba vida”
9 comentarios
Trini -
Saludos
Laura -
Porque es genial. Felicidades.
Julio -
Un abrazo
P.D. No has corregido mi indicación anterior
mnez -
mnez -
Un saludo
Tea -
arabia0312@hotmail.com
Isthar -
Estoy confusa.
Julio -
Julio -
Seguí y sigo a uno que la considera todo lo contrario; un camino de alegría y disfrute.
Un abrazo